"Vivir para Contarla" by Gabriel García Márquez

Henry Holt and Company,LLC

   2003

   527 Págs.

 

Review en Español by Victoria Fernandez Cuesta

 

Ardua tarea intentar decir algo original sobre uno de los autores más comentados en nuestra reciente historia literaria. No faltan razones para ello. García Márquez es posiblemente el mejor escritor contemporáneo en lengua castellana. Su dominio del lenguaje es tan certero como un disparo en el corazón.

 

Comenzó a escribir este libro tras reponerse de una grave enfermedad y como el mismo sostiene para "mantener el brazo caliente durante dos novelas". El título parece un homenaje a su recuperación. Sospecho, sin embargo, el autor ha practicado el ejercicio inverso: contarla para vivirla. García Márquez recrea la aventura de su vida, pero las 528 páginas de esta su primera entrega únicamente le alcanzan para relatar los primeros 28 años. El resultado, para el lector acostumbrado a los desenlaces, es devastador, como si leyéramos una novela que finaliza cuando empieza lo más interesante. Su editorial ya ha avanzado que no habrá segunda parte en este año.

 

El libro comienza en 1950, cuando García Márquez acompaña a su madre a vender la casa de Aracataca, donde vivió con sus abuelos hasta los ocho años. A pesar de las infinitas penurias que soportaron, este viaje se convertirá en uno de los acontecimientos más importantes de su vida. El despertar de los fantasmas de su infancia despega el viaje de la memoria. Tras la infame travesía, su pluma adquiere una urgencia definitiva que le acompañará durante toda su vida.

 

La memoria selectiva que practica supone una determinada perspectiva moral. Como apunta el filósofo español Emilio Lledó, significa creer que la existencia, a través de la palabra, llega más allá de lo que alcanza el tiempo asignado a los hombres.

 

No pretendo entrar en los archiconocidos detalles biográficos de este escritor prodigioso. Me gustaría sin embargo mencionar algunas consideraciones producidas por la lectura de esta obra. EL lugar y el momento en el que creció, resultan fundamentales para entender su prosa. En 1928 Aracataca es un pueblo del Caribe Colombiano arruinado por la desaparición de su única fuente de recursos: la industria bananera. Un lugar remoto abandonado a su suerte, rodeado de una naturaleza sobrecogedora y habitada por todo tipo de personajes inverosímiles que bregan a brazo partido por una supervivencia digna. Una época caracterizada por la fe ciega del pueblo en el poder divino y en un sinfín de supersticiones ancestrales. El tan cacareado realismo mágico no es más que el talento del autor para poner voz y rostro a este tiempo.

 

La violencia marcaría para siempre la personalidad y visión política del escritor. Su primera experiencia directa, que relata de modo estremecedor en su biografía, sería el asesinato del candidato liberal a la Presidencia de Colombia, Jorge Eliécer Gaitán. Contaba el escritor 20 años.

 

A pesar de la extrema pobreza en la que crece, junto a sus 10 hermanos y cuatro hermanastros, la familia del autor se las arregla para que pueda estudiar. El mérito corresponde a su madre y a la tremenda fuerza de carácter que demostró durante toda su vida. Cito al maestro: "Esto le había permitido establecer un poder matriarcal cuyo dominio alcanzaba hasta los parientes más remotos en los lugares menos pensados, como un sistema planetario que ella manejaba desde su cocina, con voz tenue y sin parpadear apenas, mientras hervía la marmita de los frijoles. (Pág.15)" Efectivamente, la red de parientes de su madre le salvó al escritor de dormir en la calle más de una vez.

 

El hambre a acompañó a García Márquez durante muchos años. El joven escritor comenzó pronto a colaborar en los periódicos pero apenas le alcanzaba para pagarse la pensión, los cigarrillos que consumía sin tregua y las habituales juergas nocturnas. La primera remuneración que percibió en concepto de derechos de autor la consiguió cuando hacia tiempo que había cruzado la frontera de los cuarenta. Creo necesario recordar esta cita de Unamuno para alumbrar la perseverancia y sacrificio del que consiguiera el Premio Nobel en 1982:

 

"Cuando el pobre luchador se sienta a la mesa del festín de la gloria lleva estragado el estómago por los ayunos. Tuvo acaso que masticar virutas para engañar al hambre. Rumió el pasto amargo de sus desilusiones."

Unamuno: Soliloquios y conversaciones

Pág.106-107, Buenos Aires, 1942

 

La vida de Bogotá en los años cuarenta giraba en torno a los cafés. Políticos, financieros, comerciantes, periodistas, poetas… todos tenían su lugar favorito y mataban las horas discutiendo bajo el denso humo de los cigarrillos. El estudiante García Márquez se sumó a la tendencia imperante y pasaba las tardes escuchando a mayores o conspirando en la creación de una nueva revista. La galería de personajes de la más diversa condición que retrata en su biografía es abrumadora y los nombres imposibles de recordar en su totalidad. Sin embargo transmite una visión general de la delicada situación de Colombia y de los gravísimos problemas a los que se enfrenta.

 

Considero necesario criticar algunos aspectos de este libro. El autor relata con todo lujo de detalles sus comienzos como periodista y la vida disipada de sus años mozos. Sin embargo no apunta más que pequeños indicios de la gran historia de amor que mantuvo con Mercedes, la hermosa niña de Barranquilla con la que compartiría toda su vida.

 

La otra objeción revela el sentir de muchas personas que se han acercado a este libro con la esperanza de disfrutar de una obra de arte, pero se han encontrado sumidos en el tedio. Parece que los escritores que han llegado a la cima se olvidan del lector, no necesitan de su complacencia. El aburrimiento que muchos lectores impacientes han soportado durante estas páginas tiene sus raíces en este mal congénito de los que escriben desde el pedestal de su gloria. No pretendo desanimar a nadie con esta afirmación que al fin y al cabo es discutible. Ningún amante de la buena literatura se amedranta aunque encuentre tropiezos en el camino.

 

Comentando su guerra particular contra la ortografía, García Márquez se defiende diciendo que el deber de los escritores no es conservar el lenguaje sino abrirle camino en la historia. Volviendo a la propiedad de reversibilidad que aplicábamos al título, podemos tranquilamente afirmar que con este libro es la historia la que se abre camino gracias al lenguaje de este genial prestidigitador de las palabras.

Chavisa WoodsTribes