Unbridled Ed Review by Victoria Fernandez Cuesta
Ben ha llegado a Madrid buscando razones a la absurda muerte de su hija Michelle, víctima de un ataque terrorista de ETA en la capital de España. No puede hacer otra cosa, el dolor también mata.
En las primeras páginas de la novela parece imposible ocultar que el narrador es un americano paseando atónito por las calles de Madrid. Toda una experiencia para la mirada foránea. Los complicados nombres de sus calles suponen un reto que nuestro protagonista está dispuesto a afrontar. San Francisco de Sales, Domenico Escarlatti, Plaza de Cristo Rey ... el autor se deja seducir por los insólitos nombres de estas vías que ayudan a configurar un ambiente de asombro y desconcierto que perdura durante toda la obra.
Lamar Herrin ha escogido un tema difícil de explicar y de transmitir. Imposible de entender: el terrorismo, la violencia indiscriminada en pro de una causa política.
Asistimos perplejos a las peripecias de un americano en Madrid atrapado por la tragedia. Ben recorre enajenado los lugares por los que su hija transitaba tras múltiples averiguaciones que mantienen al lector en vilo a lo largo de todas sus páginas. Cuchillo en mano, consigue enfrentarse con el asesino de de su hija.
Las difíciles relaciones afectivas que mantiene con Paula Ortiz, una americana que conoce en Madrid, ocupan gran parte del relato, así como los "flashbacks" sobre Michelle, cuando nada hacía preveer semejante final, cuando eran una familia normal y razonablemente feliz de Estados Unidos.
El enorme mérito de esta novela se basa en la capacidad de abrir los ojos a la sociedad americana acerca de la Banda terrorista ETA y como ésta se ha hecho fuerte en el entramado social del País Vasco. Nuestro protagonista queda asombrado de que el asesino de su hija tenga su propia familia. Parte de la sociedad vasca, mediante una mezcla explosiva de temor y orgullo nacionalista, se lo ha permitido durante muchos años. El odio, sin embargo , no funciona como aliado en la búsqueda de la verdad y a veces el autor se excede en sus comentarios anti-vascos:
"Se dice que los vascos tienen una formacion craneal especial y comparten un grupo sanguíneo muy poco frecuente. Se caracterizan por su pelo y cejas negras, ojos hundidos y mandíbulas anchas. No se le puede llamar a eso un rostro." (página 30)
Estimo admirable la exhaustiva investigación por parte del autor de la banda terrorista, así como de la lucha continua de la justicia española por erradicarla. Si el pueblo norteamericano fuese consciente de esta realidad, el New York Times no se atrevería a seguir llamando a esta sangrienta organización "Grupo Vasco Separatista."
Review by Victoria Fernandez Cuesta
Translated by Consuelo Arias
Ben, the protagonist of Lamar Herrin's House of the Deaf, has arrived in Madrid in search of an explanation for the senseless death of his daughter, victim of an ETA terrorist attack in the Spanish capital. Benn cannot seem to do anything else, for grief is also deadly.
In the initial pages of the novel, it seems impossible to hide the fact that the narrator is an American, strolling through the streets of Madrid in shock. Quite an experience to be filtered through a foreigner's gaze. The city's complicated street names present a constant challenge for the protagonist, who seems determined to find his way through a maze of names such as San Francisco de Sales, Domenico Escarlatti o Plaza de Cristo Rey. The writer allows himself to be seduced by the strange names of these streets, which points to old and hazy times and help to configure an atmosphere of confusion and awe which frames the entire novel.
Lamar Herrin has chosen a theme difficult to explain, articulate and communicate. And impossible to understand: terrorism, indiscriminate violence at the service of a political cause.
The perplexed reader is a witness to the vicissitudes of the American in Madrid, a man trapped by tragedy. A disturbed Ben wanders through the places his daughter frequented, which he discovers after a multitude of inquiries which keep the reader on edge. Finally, knife in hand, he manages to confront his daughter's killer.
The novel is filled with flashbacks of Michelle's life, history remarks about Spain past and present and the friendship of the protagonist with Paula Ortiz, an American woman he met while in Madrid.
The significance and merit of this novel resides in the fact that it presents to a U.S reading public how ETA has become an intrinsic part of the social fabric of the Basque Country. The protagonist is shocked when he discovers that his daughter's killer has a family of his own. A segment of Basque society, through an explosive mix of fear and nationalist pride, has in fact allowed this to continue for decades. However, hate is not always a good ally of truth:
"Basques were said to have a special cranial formation, and, it was true, a certain rare blood type. They were all black-haired, black browed, with deep set eyes and pronounced jaws. That was not a face." (Page 30).
It seems to me this description is made out of prejudice and totally unfair with the big majority of Basque people. The author's exhaustive research on ETA and the continuing struggle of the Spanish justice system to eradicate it is admirable. If the people of the US were truly conscious of this reality, the New York Times would not dare to call this bloodthirsty group "Basque Separatist Group."