"11\'09\'01 La Película"

"11\'09\'01 La Película"

resumen de Mireia Sentís

 

Mientras se nos empuja a ver (vía buenos canales de publicidad) en la pantalla de los cines un muy interesante documental sobre una película que nunca se llegó a acabar -"Lost in La Mancha"-, apenas si nos hemos enterado de la existencia de una excelente película, ésta perfectamente acabada: 11'09'01 . Oxímoron donde los haya. Para mas inri, la película a la que nos referimos esta nada menos que compuesta de ortometrajes dirigidos por cineastas de primera fila provenientes de diferentes latitudes y nacionalidades.

 

Como su título indica, el proyecto gira en torno a los acontecimientos neoyorkinos del 11 de septiembre. El actual momento histórico requiere enorme recapacitación sobre los sistemas político-económicos vigentes, enorme atención a los diferentes puntos de vista existentes alrededor del planeta y enorme capacidad de comprensión hacia ellos. Por estas razones, el que en el país -y más en la exacta ciudad donde ocurrieron los hechos que nos ocupan- desde donde tendría que surgir un replanteamiento general, no se apenas comentado la proyección de la película que nos ocupa, es un hecho que de por si desmiente la idea lanzada por el representante del mismo: "quien ataca nuestro sistema, ataca la idea misma de libertad". La era McCarthy se caracterizó no sólo por la persecución de todos aquellos que no estaban de acuerdo con el sistema, sino por la autocensura que practicaron todos aquellos que querían evitarse problemas con el gobierno represor. Esta última modalidad es la que parecen haber adoptado las distribuidoras al decir que "como la película es controversial, tiene poca salida comercial". Así una de las películas sin duda más importantes del año ha tenido tan sólo 6 (digo bien: 6) screenings en el Walter Read Theater. Si así ha ocurrido en Nueva York, cabe preguntarse qué ha ocurrido en el resto del Estado. Terrible realidad: vivimos en una sociedad cuyas posiciones éticas pueden silenciarse con explicaciones comerciales.

 

Quisiéramos pues dar un repaso a los cortometrajes de 11'09'01 para que aquellos que no se han enterado de su existencia se hagan una idea de su contenido. Cada uno de los once segmentos que componen el largometraje tiene una duración de unos once minutos. El número de directores es también el once. Estos directores fueron invitados a expresar, como mejor entendieran, los sentimientos que en ellos suscitó la noticia de un hecho conocido por todos. Uno de los dos productores del proyecto es el ex actor francés Jacques Perrin, cuya anterior aventura fue Nómadas del viento, película que, como ésta, tuvo en Europa una distribución en cines de arte y ensayo y escasa publicidad. Perrin prefiere gastar el dinero en la realización de sus proyectos que en su divulgación. ¿Confía en que los posibles espectadores de sus ideas estarán atentos a su sensata divulgación? En todo caso resultará interesante seguir el camino emprendido por este productor.

 

Cada segmento responde pues a una mirada procedente de una cultura, lengua, sensibilidad, memoria e historia diferentes. Y justamente es la riqueza de este planteamiento lo que convierte a esta película en excepcional y necesaria. Los directores participantes (a quienes se aseguró total libertad creativa) son Yusef Chahine de Egipto, Amos Gitai de Israel, Alejandro González Inárritu de México, Shohei Imamura de Japón, Ken Loach, del Reino Unido, Claude Lelouch de Francia, Samira Majmalbaf de Iran, Mira Nair de la India, Sean Penn de Estados Unidos, Danis Tanovic de Bosnia-Herzegovina e Idrissa Uedraogo de Burkina Faso. Como cabe esperar, cada corto tiene un punto de partida muy particular y, sin embargo, todos tienen componentes políticos y poéticos mezclados de diferentes maneras y en diferentes medidas. Obviamente cada espectador se sentirá más o menos atraído (o más o menos contrariado) por unas u otras obras, pero ninguna dejará de proporcionar materia a reflexión.

 

Interesante resulta ver como cada creador ha resuelto el tema. Las claves utilizadas abarcan registros muy diversos, a veces casi opuestos: de la pura tragedia a los toques de humor, pasando por la poesía y la crueldad. Yusef Chahine (nacido en 1926) explora, a través de una conversación entre él mismo y un soldado muerto, las injusticias y los dobles raseros practicados por los Estados Unidos, un país que continuamente aparece en sus sueños ya que en él transcurrieron todos sus años de estudiante. País pues al que ama y sin embargo por el cual se siente continuamente traicionado. Amos Gitai (1950) quiere reflejar la realidad cotidiana de Israel en un único plano secuencia, durante el cual una reportera de la televisión que presencia en directo un atentado, se ve interrumpida por la noticia de la caída de las Torres de Nueva York. En la banda sonora de la película de Alejandro González Inárritu (1963) se escucha una larga oración colectiva de los indios de Chiapas , mientras que las imágenes muestran fotografías de los hechos del 11 de septiembre que fueron rechazadas por una revista estadounidense por resultar políticamente incorrectas (véase demasiado cruentas: las personas arrojándose por las ventanas del World Trade Center). Shohei Imamura (1926) nos transporta -de forma algo tediosa- al Japón de después de la Segunda Guerra Mundial (donde él perdió a un hermano en el bombardeo de Hiroshima) recreando la locura psíquica ocasionada por la tragedia de la guerra, cualquier guerra. Ken Loach (1936) traza magistralmente un escalofriante paralelismo entre el 11 de septiembre 2001 en Nueva York y el 11 de septiembre 1973 en Santiago de Chile, a través de la carta que un exiliado chileno escribe desde París a las madres de las víctimas de las Torres Gemelas. Su denuncia de la política exterior adoptada por los Estados Unidos desde hace tanto (¿siempre?) es implacable. Claude Lelouch (1937) dedica 11 minutos de silencio -durante los cuales quedamos totalmente atrapados- a los muertos del atentado a través de una historia de amor entre una sordomuda y un guía turístico que justamente, ese día, conduce a un grupo de extranjeros al lugar del siniestro. Samira Majmalbaf (1980) transmite de forma extraordinariamente poética cómo llega la noticia de la destrucción de un edificio occidental a la comunidad de una niña iraní que lo desconoce todo acerca del mundo occidental; y cómo este hecho afecta su cotidianeidad. Mira Nair (1957) se adentra en la comunidad musulmana de Brooklyn para contar una historia real: la sospecha de todo un barrio sobre la vinculación del hijo de una querida vecina con el ataque perpetrado sobre el edificio neoyorkino. Esta película pone de manifiesto el actual clima antiislámico en el cual viven los asiáticos del sur en la nación que han escogido como su residencia permanente. Sean Penn (1960) intenta demostrar, de forma un tanto forzada, cómo los desastres de unos pueden ser los momentos de luz de otros. Escoge, para llevar a cabo este planteamiento, un personaje cuya realidad es ajena a la que le rodea. Danis Tanovic (1969) muestra como Bosnia es capaz de entender la terrible experiencia americana a través de la suya propia. Los acontecimientos experimentados en Srebrenica otro día 11 -pero de julio de 1995- sirven de paisaje de fondo. Finalmente Idrissa Vedrago (1954) con un humor lleno de ternura, nos hace reflexionar sobre la solidaridad que unas veces nos parece tan lógico reclamar y otras tan fácil olvidar. La historia vivida por un grupo de escolares de Burkina Faso, nos da a conocer sus vidas donde la enfermedad y la escasez son cosas cotidianas que estos niños intentan combatir con ingenio en medio de sus juegos.