A Gathering of the Tribes

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Bolaño y 2666

Bolaño y 2666

Por Linda Morales Caballero

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Bolaño, Roberto. 2666. Anagrama, Barcelona, 2004, 1124 p

Con 2666 Roberto Bolaño nos lega una obra seria, sólida y de naturaleza aparentemente infinita por su contenido simbólico, por su tiempo circular, por su lenguaje poético, por su estructura de entramado minucioso y por su reflexión sobre la realidad con elementos para ser estudiados a fondo, para detenerse, observar y reflexionar sobre lo que no quisiéramos o pudiéramos ver, como oculto por un bosque aunque estemos en medio del desierto; una cantera de la que rescatar nuevas vetas en cada lectura más aún al tomar en cuenta el misterio de su nombre como acertijo y señuelo. Si bien, seguramente encontraremos capítulos más o menos afines a nuestra expectativa hemos de recordar que la obra de más de mil páginas es en realidad 5 libros en uno. 2666, trabajo maduro, que se presta para lecturas y estudios, dónde el lenguaje es cosa seria, simbólica, poética, viva y por lo tanto múltiple. Dónde el tiempo es parte del ejercicio del enigma, la inteligencia y la especulación del acertijo que va y viene comenzando en el final pero volviéndose círculo que quizás hubiera llegado a cerrar más ajustadamente de haber tenido, Bolaño, el tiempo, y esto parece una ironía por su buen manejo del mismo dentro de la obra, pero hablo del tiempo personal, no del literario, para cerrarlo más (o no)

Tiempo que además se enrolla para prestarnos perspectivas interesantísimas desde las que podemos observar el producto en bruto, o la materia prima, con la que estarán luego escritas las páginas de esos otros libros que escribe aquel de quien escribe el narrador o alter ego de Bolaño. En este sentido, podríamos pensar en El Quijote y sus múltiples lectores, escritores y traductores; sin embargo en este mundo desencantado no hay ningún Quijote deseoso de salvar a la humanidad en esta historia, salvo el Quijote circunstancial, e individualista, como esta sociedad moderna, encarnado en el personaje de Fate, el afro norteamericano, cuyo nombre es además muy sugerente por su significado en inglés: Destino, quien rescata a una potencial víctima más del infierno de Santa Teresa.

El gran conocimiento cosmopolita del autor, pero por sobre todo su capacidad de traducir en palabras, formas e incluso actitudes psicológicas, sociales y culturales a cada uno de lo personaje y su entorno hace que veamos la realidad del libro como desde la perspectiva de un calidoscopio que cambia según cambien los personajes y su cultura. Ocurre con los críticos del primer libro: el francés, el español, el italiano y la inglesa; luego seguirá con personajes mejicanos, alemanes, judíos, afro norte americanos, etc. poniendo de manifiesto el profundo conocimiento del autor no sólo del ser humano a nivel intercultural y sus sutilezas al expresarse, pensar y actuar sino su capacidad de recrear un mundo literario tan similar al real. Bolaño irá incluso más allá no sólo nos presentará sujetos definidos dentro de una nacionalidad sino que también nos mostrará personajes esquizofrénicos o alterados en su estructura psicológica como el psicópata o psicópatas extremos de Santa Teresa, los locos o la locura de especialmente la de un pintor, un poeta, un profesor y una seguidora de la poesía (por nombrar a algunos) y la realidad o irrealidad a través de los sueños de varios de los personajes. Bolaño bucea como lo hace Hans Reiter en ese mar contaminado que es la sociedad, en ese mundo incomprensible que es el individuo y en esos entornos en los que sobreviven los personajes inmersos en su propio infierno o quizás purgatorio. La prosa madura de Bolaño se hace filosófica y a veces recuerda a Thomas Mann, otras se expresa como Nietzsche y sin embargo también toma giros totalmente inesperados como cuando del tono trágico pasa a narrar la historia con un sentido del humor a lo Jardiel Poncela como si el narrador, no siempre el alter ego de Bolaño, hubiera perdido contacto con la realidad o como si la realidad fuera tan absurda o tan increíble que hasta éste deja de ser él o dejamos de reconocerlo (tal vez nunca podemos conocer a nadie del todo, ni a nosotros mismos) ejemplo de esto aparece cuando el Sr. Bubis cuenta la historia de Sísifo y utiliza unos 16 adjetivos sinónimos  para describir el significado de broma o chanza, o como cuando Ingeborg no sabe si el teclear de la Sra. Dinothea “es algo verdaderamente bello o verdaderamente atroz”. Con Bolaño la literatura latinoamericana se hace sesuda, reflexiva y misteriosa: un espejo del tiempo, un universo paralelo muy parecido, lamentablemente muy parecido al mundo real que refleja un mundo lleno de violencia y realidades múltiples, y expresadas en una prosa poética, muchas veces, perversa que recuerda a autores como el alemán Patrik Süskind, y rica en símbolos que se repiten como machacándonos una adivinanza: “el bosque” “el bosque oscuro” muchas veces, el bosque imaginario aún en el desierto, figura que predomina a través de toda la trama, a través de descripciones a uno y otro lado del atlántico, en boca del narrador y de los personajes. ¿Qué significa?

Pero hay más mucho más, y me temo, y a la vez me alegro, que cualquier crítica respecto al libro se quede corta. Con Bolaño hay de que hablar, escribir, escudriñar y seguramente discutir para rato, así como con Benno Von Archimboldi y los críticos de este “archi” conocido autor fantasma. Respecto al título de la obra a cuya fascinación de acertijo es imposible sustraerse, a pesar de la explicación que podríamos rescatar de una obra anterior Amuleto, donde hay una alusión con a "un cementerio de 2666”, hablando del año. En “las acuciosidades desapasionadas de un ojo que por querer olvidar algo ha terminado por olvidarlo todo". Me inclino a pensar que Bolaño desea lograr todo lo contrario, que no olvidemos, y que el nombre de 2666, empezando a ser inolvidable por su enigma, bien puede representar lo que seamos capaces de interpretar de él ¿Por qué? Simplemente, y paradójicamente, porque Bolaño es poeta y sabe que ninguna palabra (o en este caso número) es plana, que todo lo representado en poesía es múltiple y entonces a mi, también como poeta y crítica, se me ocurre lo obvio y lo arriesgado. A mi entender 2666 bien puede ser 2 veces 666. O sea 2 veces el infierno o el símbolo de la bestia. Estas dos veces bien podrían ser 2 infiernos el de la segunda guerra mundial que experimentamos en La parte de Archimboldi y el otro, el de fondo, el que experimentamos en toda las otras parte del libro: el infierno de Santa Teresa que en la realidad es Cuidad Juárez, México cuyas tres palabras dan tres veces 6 o 666, que a su vez tal vez representa el infierno del mundo moderno y del que no sabemos el nombre de su anticristo o ¿sí? ¿Podría también ser que tanto Archimboldi como su sobrino Klaus Haas sean los anticristos que abrazan esta historia circular como su las tres últimas cifras del título? Pero lo cierto es que no tenemos pruebas contra Hans Reiter a excepción de su extraño comportamiento desde niño hasta adolescente, el que podría ser comparable al de un psicópata, o bien a la extraña impresión que recibimos de la mujer que mejor lo conoce: Ingeborg, quien que le dice que cuando están haciendo el amor ha pensado que él era un asesino de mujeres.

Una interpretación mas arriesgada, pero que no anula las anteriores, tiene que ver con la forma estructural de las partes del libro, en dos de las cuales, dos de los personajes principales: Liz Norton en el primero escapa a su propio infierno y en vez del suicidio o la locura se refugia en el amor, y en La parte de Fate, que rescata a  Rosa Amalfitano de su infierno personal y común a las mujeres en Santa Teresa. Finalmente, (y es con esta palabra que Bolaño introduce al cierre de la historia uniéndola, cociéndola si se quiere con el presente) Archimboldi volverá hacia el infierno, hacia un nuevo holocausto.

2 escapes y 3 círculos infernales o 3 veces 6 = 2666.

En resumen: “La parte de los críticos”, de ésta escapa Liz Norton. “La parte de Amalfitano”, aquí no hay escapatoria para el profesor Amalfitano, “La parte de Fate”, de aquí escapa Rosa Amalfitano “La parte de los crímenes” de aquí no escapa nadie, especialmente a nuestras sospechas, todos son o medianamente sospechosos, o altamente sospechosos, o víctimas reales o potenciales y La parte de Archimboldi quien primero escapa de ser un extraño personaje que al nacer se asemeja a un alga y quien hasta cuando era un joven es extraño y tiene una pésima dicción sin casi ninguna instrucción formal. Sin embargo irá saliendo de esa inhumana (seudo personalidad psicopática) conforme va dando muestras de sensibilidad, primero por su hermana Lotte (sus padre no le inspiraban ningún amor) y luego por la lectura de Ansky, el judío que inspira su creatividad porque lo conmueve y finalmente Ingeborg Bauer la mujer que él ama. Archimboldi escapa al infierno de la guerra, sobrevive, sale de esa extraña y sospechosa realidad que fue su vida antes de la guerra y huye a través de la literatura del infierno de la guerra y quizás el de su propia vida. Pero su vida nunca es la vida de un hombre común, normal, es como un lobo estepario del que no solamente saben muy poco sus críticos sino nosotros mismos y quien cerrará el círculo entre un infierno y otro yendo a Méjico supuestamente por pedido de quien más amó desde niño: Lotte Reiter, su hermana. Aquí también es curioso como funciona la temida cifra 666 que al poder ser leída de izquierda a derecha o de derecha a izquierda podríamos decir que es circular. Los capítulos, a la vez, aparecen ordenadamente intercalados.

Porque el dichoso título no me deja tranquila, este también se me representa en forma gráfica como una esvástica de tres patas, pero ésta no es la svástica nazi sino el trisquel o trinacria de los celtas que representa el equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu, y para los druidas significaba la trinidad del pasado, presente y futuro, ¡y forma a la vez un círculo!

Con certeza aparecerán muchas otras interpretaciones, las compartidas acá son para quedar en paz conmigo misma, por un rato, y para despertar en los lectores otras interpretaciones o ninguna, según el interés de profundizar o interpretar de cada uno. Creo que todas las versiones con sentido común son válidas y además justamente lo que Bolaño ha deseado que sea, algo así como una lectura infinita al rededor de una historia que denuncia que los genocidios no son cosa del pasado sino quizás parte de ese lado oscuro, siniestro que aparece en cualquier lugar, en cualquier país o en cualquier época y tienen una horrorosa facilidad para pasar inadvertidas hasta que su cauce se desborda y compromete a muchos más de lo que la humanidad puede tolerar o pretende no ver. Hasta que los involucra.

Volviendo al título y al infierno o al mal que éste representa a mi entender: ambos infiernos tienen que ver con dos holocaustos: el de las mujeres y el de los judíos. Ambos tienen que ver con la muerte y sus ejecutantes, con los verdugos de carne y hueso y con esa malignidad colectiva que carece de rostro como un Hades que reina en la tierra cada que se desata el mal a través de la guerra o el crimen, que al fin de cuentas es lo mismo. Su lenguaje, su sentido del humor que lo hace parecer descolocado y por lo mismo sorprendente, su prosa poética llena de símbolos, muchas veces cuanto más aparentemente inocentes más perversos, especialmente citaría los de orden bucólico (quizás como una obra de Giuseppe Archimboldo) para llamarlos de alguna manera o aquello en lo que lo inanimado o lo negativo cobra connotaciones positivas como lo podemos ver fácilmente en las vendas que la Dra. Elvira Campos imagina como serpientes que la dejarían como nueva al liberarla de los rastros de su edad. También son llamativos y dignos de estudio los símbolos de los nombres, por citar un par de los más obvios: Florita Almada  ¿una flor con alma? y Olegario Cura o Lalo Cura uno de los pocos cuerdos de Santa Teresa (otro nombre interesante para Ciudad Juárez)

Muchos al terminar la lectura sienten el poder del tiempo circular que los atrae hacia el principio como si hubiera que dar vuelta al libro y seguir leyendo, esto es porque los tiempos van invertidos en la cronología del libro: El narrador o alter ego primero cuenta la historia más reciente: la de México; y luego cuenta la más antigua: la de la Segunda Guerra Mundial. Al final la narración llegará a cerrar el círculo donde ambos tiempos se dan la mano, con la llegada de Archimboldi a México, lo que ha ocurrido al comienzo.

Doy por concluida la crítica de 2666 por el momento ya que en ningún caso será posible (ni debe intentarse) una revisión completa de la obra en un solo artículo, mi propósito es compartir e incentivar la lectura y la interpretación de un escritor que merece ser leído y al que lamentablemente ya no podremos entrevistar (como a Archimboldi) Se me ocurre que un buen epitafio hubiera sido los conocidos versos de Santa Teresa de Ávila: Vivo sin vivir en mí,

y de tal manera espero,

que muero porque no muero. Como un clásico considero que Bolaño seguirá viviendo en su obra habiendo muerto sin morir. Linda Morales Caballero es poeta, escritora, periodista, profesora y crítica literaria. El retrato de Robeto Bolaño fue tomado de:

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