Comentario Literario periodístico

Comentario Literario periodístico

por Linda Morales Caballero

 

Travesuras de la niña mala

Mario Vargas Llosa

Editorial Alfaguara

375 páginas

 

¿Es Vargas Llosa el niño malo?

La más reciente novela de Mario Vargas Llosa, el laureado escritor hispano-peruano, es un “page-turner”, o sea uno de esos libros que se empiezan y no se pueden soltar.

Gran parte de ese logro es gracias una historia de amor insólita que  nos hace recorrer seductoras ciudades del mundo como: Paris, Londres, Madrid y Tokio durante cuatro décadas, ilustradas con  modas, colores, música y sabores. Añádale el trasfondo social de los años 50, 60, 70 y 80 vistos desde Europa hacia el Perú y la sensación, la remembranza, que es como está narrado el libro lo hará identificarse con la historia colectiva de las épocas.

Pero ya sabemos que Vargas Llosa es un genio de los entramados, sus estructuras son impecables, y aunque éste ha de ser su décimo-quinto libro es el primero que trata sobre una historia de amor. ¿Historia de amor? Eso es lo que creen, por lo menos todos los lectores y críticos que vengo leyendo hasta hoy.

Sin embargo, parece que yo he leído otro libro, algo muy distinto a lo que han leído los demás. Para mí el libro tiene una segunda lectura muy diferente a la que se le viene atribuyendo hasta ahora. Más que una novela de amor, más que una versión moderna de Flaubert y su Madame Bovary, más que los paralelos entre Emma y Lily (o cualquiera de los otros nombres de esta dama que bien podría ser un personaje de kabuki) Las travesuras de la niña mala representa a mi entender una alegoría de la realidad como la ve, la pinta y la interpreta Vargas Llosa. Una realidad donde prima la pintura social y política de su país natal y su historia personal a través de personajes alegóricos y lugares estratégicos desde dónde mirar hacia la realidad peruana.

      Como poeta además de periodista y crítica, no quería pecar al ver demasiado “más allá” en La niña mala así que en la reciente presentación de Vargas Llosa en la Y de Nueva York aproveché para preguntarle si ésta podría leerse como un trabajo basado en alegorías, sorprendido me miró como si me viera por primera vez y me dio un categórico “sí, podría”, tema sobre el que no llegamos a extendernos por razones de logística aunque hablamos de hacerlo más adelante.

Pero como a mí me urge compartir esta visión de la novela y como lectora y crítica me asiste la libertad de interpretarla a mi manera, más aún, sin bibliografía previa, me lanzaré a esbozar una teoría diferente de interpretación del texto que todos ven como una historia de “amor” similar a la de madame Bovary, lo cual ha sido negado por Vargas Llosa en varias entrevistas.

      Sin dejar de aceptar las posibles similitudes entre la obra de Flaubert y la de Vargas Llosa, quien además, es un rendido admirador del clásico francés, la novela de la niña mala nos presenta, a mi entender, una historia paralela a la obvia, con personajes (y tal vez lugares) si no totalmente alegóricos, creo que le atino cerca.

Para comenzar los nombres utilizados no pueden ser una casualidad ya que están cargados de simbolismo. El trabajo parece cumplir una nueva catarsis sobre la traumática experiencia política de Vargas Llosa en la que se fusionan el hombre y el escritor.

      Quizás las travesuras de Vargas Llosa comienzan aquí con Lily u Otilia, su verdadero nombre, el que en su origen germánico significa: riqueza o quien posee muchos bienes materiales (¿no es una ironía y una verdad a la vez?) Lily, para llamarla como la conoce el protagonista por primera vez; es, al comienzo de la obra, una adolescente que pertenece al más bajo estrato social limeño quien inventa ser “una chilenita” para colarse en la elite miraflorina, barrio de la alta sociedad a la que pertenece “Ricardito” el protagonista y galán. Aquí Ricardo podría también ser un nombre irónico ya que en su raíz también germánica (ambos tienen nombres de la misma nacionalidad) significa: Poderoso, lo cual también es una ironía y no, ya que Ricardito como lo llama ella no tiene ningún poder sobre la niña mala pero a la vez sí.

La niña mala o Lily u Otilia... dotada de una increíble capacidad de adaptación, de histrionismo y de una ciega y egoísta ambición intenta salir adelante para disfrutar la vida pero nunca es feliz. Es por aquí que me pregunto si Lily en condición de personaje alegórico no podría representar a la patria y la sociedad peruana marginal y enorme (en números reales) y de paso sus potenciales electores quienes como la niña mala eligieron al rival de Vargas Llosa en la vida real.

Lily u Otilia es probablemente una alegoría del Perú, representado en sus habitantes más olvidados prestos a librar una revolución personal para subsistir aunque en ello se les vaya la vida. La revolución, “revolución” en el libro de Vargas Llosa está representada en los años 50´s por unos personajes simpáticos y casi infantiles miembros del MIR, quienes no son más que unos idealistas suicidas, en el mejor de los casos, o unos desesperados jóvenes que quieren ver el mundo aunque sea a costa de pasar por guerrilleros, en una guerra perdida de antemano según el narrador.

      Ricardito representa el otro extremo de la sociedad, el chico bien, tal vez a clase llamada a gobernar, porque en todo caso es la que gobernó siempre, y quien muy idealistamente es desperjuiciado en todo sentido, tanto ante las diferencias sociales como raciales, lingüísticas y por último de género. Ricardito es un ángel y un mediocre, (esto de mediocre en palabras pronunciadas por Vargas Llosa en su lectura de hace un par de días la Y de la 92 de Manhattan) quien también irónicamente no tiene ninguna otra ambición que la de ser una traductor-interprete en Europa, para cumplir el sueño de vivir en Paris y claro conquistar a la niña mala. ¿Y qué o a quién representa Ricardito? ¿El enamorado eterno? Aquí me ayudan Uds. Quizás yo estoy alucinando.

      En esta pareja se invierten los intereses y las ambiciones, él habiendo tenido todo no tiene nada material que ambicionar, ella no habiendo tenido nada tiene todo por ambicionar (¿son éstas las diferencias sociales tan marcadas en el Perú y que deberían reconciliarse personalizadas aquí?) Mientras Ricardo, el chico bien miraflorino no ambiciona casi nada; la chica pobre se quiere comer al mundo aunque para ello tenga que “venderse” a  diferentes maridos (¿postores, inversionistas?)

Sin embargo el hombre que realmente atrapará a la niña mala en una relación que ella disfruta de manera enfermiza y que la marcará para siempre (como parece haber sido marcado el escritor) es un gángster. En manos de este cruel y perverso personaje de quien les invito a adivinar la nacionalidad, no lo piense mucho, sólo recuerde la postura del escritor frente a la política peruana, sí claro, el nefasto Señor Fukuda y ante el único hombre que se rinde la niña mala para ser torturada y abusada es nada más y nada menos que japonés. Lo que me recuerda a una opinión suya con relación a la extradición del ex presidente Fujimori al Perú hace muy poco tiempo “Estoy muy contento. Él era un terrible dictador. Mató a mucha gente, robó bastante dinero y cometió las más atroces violaciones contra los derechos humanos", dijo al New York Times, (El Comercio, 2007) poniendo de manifiesto una opinión personal muy comprometida.

Otro personaje japonés femenino, Mitsuko tampoco tiene corazón y le hace mucho daño a un feo pero simpático amigo con el que congenia el protagonista: Salomón Toledano o el Trujimán por su apodo (o sea un traductor pero a la vez un tercero) y quien no parece posible lleve este nombre por casualidad,  ¿estará aquí Toledo haciendo un papel salomónico? En la novela Toledano le avisa que la niña mala está en Japón, los reúne nuevamente como un tercero. (¿Reúne Toledo al escritor con la patria?) En la vida real, Vargas Llosa respaldó la candidatura de Toledo y este último ya como presidente lo distinguió con la importantísima condecoración de la Orden del Sol en el Palacio de Gobierno de Perú frente a los Reyes de España y a mandatarios de 21 países iberoamericanos. En esa ocasión, “Vargas Llosa agradeció el gesto a Toledo y dijo que recibía la condecoración con mucha modestia y "mandato de rigor", sobre todo porque el presidente (Toledo) encabezó la gran movilización del pueblo peruano que culminó en la Marcha de los Cuatro Suyos "que acabó con una dictadura de oprobio". Momentos antes el Presidente Toledo le había dicho "ya ha escrito la novela más realista que ha superado el realismo mágico: la novela de la realidad". Y recalcó: "Esta novela aún no ha concluido, pero llegaremos a escribir el último capítulo". (El Comercio y La República, 2001)

      En este breve recorrido, Lily,  tal vez la patria personificada, es un ser femenino incomprensible, cambiante capaz de todo, especialmente de mentir, actuar, manipular, venderse y estafar en aras del progreso personal, individual, quien se olvida de todo y todos, especialmente de quienes la aman porque no parece saber amar, pero quien a su vez es siempre perdonada por el protagonista “... tomé -¡una vez más!- la resolución de arrancarme (a la niña mala) de la memoria... de mi corazón... era estúpido seguir amando a una personita tan insensible, que estaba harta de mí, que jugaba conmigo como si fuera un pelele, que jamás me había demostrado la menor consideración. Esta vez si te librarás de la peruanita...” se dice a sí mismo Ricardo Somocurcio pero no importa qué le haga la niña mala Ricardito está no solo dispuesto a perdonar si no también a tratar de entender, a curar... sin embargo hay algo que entienden los lectores pero no el protagonista, algo que el narrador pone de manifiesto sólo para nosotros y es que la niña mala busca con sus actitudes ser maltratada, provoca a Ricardito pero éste nunca la maltrata, tan solo una vez perderá el control y ella creerá que, por fin, él “está aprendiendo” ¿qué mensaje subliminal se desprende de esto? Lily se “envicia” al ser maltratada, abusada: física, mental y emocionalmente; al “enviciarse” como le pasa con Fukuda lo que experimenta no es amor pero sí un enfermizo sometimiento del que no puede escapar sin la ayuda de Ricardo. Ella dice ser como Fukuda sino que él es más fuerte. (¿Son tal para cual, se merecen?)

Como, la literatura va por derroteros muy extraños hoy en día y en la vida real coincide con que el apellido del Primer Ministro japonés es Fukuda, quien además, para colmo de coincidencias, fue candidato a un escaño en la Casa de Representantes en el año 1990, el cual ganó, mientras Vargas Llosa perdía como candidato a la presidencia de Perú frente al Ingeniero Alberto Fujimori.

Mal que le pese a Ricardito la niña mala, Lily sólo será capaz de sentir verdadera atracción por una pasión perversa que, según el narrador, tendrá a la larga terribles consecuencias personales. Sin embargo ella, Lily, el personaje por quien el mismo escritor ha confesado tener gran simpatía, siempre sabe quien la ama de verdad, aun cuando ella es terriblemente ambivalente en sus sentimientos, su actitud tiene algo de canino y porque no también de humano, y volver dócil al amo, al dueño de su confianza en la novela es inevitable. Los invito a continuar el recorrido, yo ya les di parte de mi versión y de mis pistas.

Creo que Vargas Llosa es el gran niño malo detrás de esta historia quien en el plano más superficial nos ofrece una novela de amor con un sentido del humor mezclado con tragedia, un lenguaje fluido lleno de peruanismos y quien en el fondo, hace travesuras a sus lectores con un segundo plano. Me lo imagino riendo ante los innumerables comentarios que ha levantado La niña mala, muchos de los cuales insiste en desmentir con una sonrisa, como si estuviera esperando que alguien resuelva el acertijo. Si me equivoco o si esta otra lectura sólo existe para mí, por lo menos ya saben que para algunos lectores como yo esta narración tiene vida en más de un plano.

Sólo me resta añadir que la lectura de esta novela puede ser mucho más interesante, o no (dependiendo de lo que el lector prefiera encontrar en ella), cuando se ven ambas historias, se esté o no de acuerdo con el narrador. Las travesuras de la niña mala, tanto por el lado más superficial como por el que yo veo, atrapa desde el comienzo porque es como tirar del hilo de un tejido que uno no quiere dejar de destejer hasta el final.

 

Linda Morales Caballero es poeta, escritora, periodista, profesora y crítica literaria.